martes, 1 de julio de 2014

"Los chuiguitos de Marcelino" un lujo para la noche de Nájera. (27-06-2014)

Durante casi una hora frente al Kien "los chuiguitos de Marcelino" tocaron y cantaron varias canciones.
Al final partieron rumbo a otro lugar donde seguir con su rondalla nocturna.
El sonido de sus instrumentos quedó grabado en la noche.
Todo un lujo escucharles.
¡Hasta pronto!

1 comentario:

  1. Ya sé que en estos tiempos de esencial primitivismo y de borrica barbarie soberana es imposible.

    Tan imposible como evitar que en cada triunfo, los forofos futboleros pisoteen a gusto una de las más bellas imágenes de la más antigua idea de la divinidad, la Cibeles madrileña. El recuerdo de que a Dios en la noche de los tiempos nos lo imaginábamos mujer- madre, fuente de la vida.

    A todos los indígenas y foráneos empeñados en convertir las Vueltas najerinas en un zafio, sucio y degenerado botellón me gustaría advertirles que las hoy muy alteradas Vueltas son lo que queda de un viejo rito colectivo pagano que celebraba el gozoso misterio de la vida, que daba gracias por la alegría de vivir y trataba de alejar lo más posible al verdadero enemigo: la muerte.

    Que era una elemental, pero armoniosa, danza colectiva que convertía el trayecto urbano, desde El Paseo hasta la ermita de san Juan-que debió estar cercana a lo que hoy es el Ayuntamiento-en un salón comunal de baile colectivo. La hoy llamada plaza de España, se llamaba, entonces, plaza de san Juan y allí se remataba la faena repitiendo hasta tres veces, delante de la ermita del santo, la Vuelta completa.

    Las Vueltas son una fiesta femenina. Son el rito propiciatorio de la fecundidad y es la mujer la fuente de la vida. “Eva” significa “la madre de los que viven”.

    Los pechos femeninos son el símbolo del alimento primordial que nos permite crecer. Son imprescindibles y además son bellos.

    Mi homenaje a esa vieja y pagana fiesta femenina -que fue bella y delicada- es este magnífico soneto de Rafael Alberti:

    Oh tú mi amor, la de subidos senos
    en punta de rubíes levantados,
    los más firmes, pulidos, deseados,
    llenos de luz y de penumbra llenos.

    Hermosos, dulces, mágicos, serenos
    o en la batalla erguidos, agitados,
    o ya en juegos de puro amor besados,
    gráciles corzas de dormir morenos.

    Oh tú mi amor, el esmerado estilo
    de tu gran hermosura que en sigilo
    casi muriendo alabo a toda hora.

    Oh tú mi amor, yo canto la armonía
    de tus perfectos senos, la alegría
    al ver que se me abren cada aurora.

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