Cuando el río baja bravo no solo sorprende por la fuerza de sus aguas sino también por la fuerza de su sonido.
Sonido continuo y penetrante que acompaña a los mil y un revolcones de sus aguas en su loca carrera.
Este fragemento de una poesía de Javier Heraud nos describe ese río bravo.
Yo soy el río.
Pero a veces soy bravo y fuerte
pero a veces no respeto ni a la vida ni a la muerte.
Bajo por las atropelladas cascadas,
bajo con furia y con rencor,
golpeo contra las piedras más y más,
las hago una a una pedazos interminables.
Los animales huyen,
huyen huyendo cuando me desbordo por los campos,
cuando siembro de piedras pequeñas las laderas,
cuando inundo las casas y los pastos,
cuando inundo las puertas y sus corazones,
los cuerpos y sus corazones.
El río Najerilla está siempre ahí, tranquilo y hermoso, pero a veces nos recuerda enfadado el poder de sus aguas.
Poco podemos hacer ante él.
Es la fuerza de la naturaleza.