lunes, 13 de octubre de 2014

El río Najerilla cruza a los pies del "Castillo". (12-10-2014)

El río Najerilla pasa a los pies del "Castillo" en su curso camino del casco urbano de Nájera.
Es ahí, desde la "pirámide", dónde el corte del monte del "Castillo" se muestra en todo su esplendor.
Salteado de cuevas , se alza vertical hacia el cielo.
En su parte mas alta se suaviza y surgen algunos pinos y al final los restos de un torreón.
Seguramente desde allí se vigilaba la llegada del enemigo para protegerse con suficiente antelación.
En el paseo que damos los domingos incluimos habitualmente la travesía de este paraje.
Pese a ello, cada vez que lo cruzo no deja de sorprenderme.
Nájera tiene hermosos rincones.
Este, sin lugar a dudas, es uno de ellos.

1 comentario:

  1. No hay dinero y cuando lo ha habido, han faltado las ganas de meterle mano a Pasomalo y al cerro del Castillo que arqueológicamente son las dos caras de una misma moneda.

    Nájera no siente nada por conocer de veras su rico pasado. Le parece una incomoda antigualla.

    "Ahora nos viene éste con antiguallas" cuentan que se le espetó-eso sí, por los bajines-a José Ignacio de la Iglesia cuando éste, en ocasión solemne, recordó que El Paseo es un patrimonio histórico y urbanístico con más de dos siglos y que no convenía abrir la mano en lo tocante a su urbanización.

    A Nájera le van los chauvinisstas cuentos chinos histórico-patrióticos. Y es una pena, porque la realidad siempre supera la ficción.

    Ese viejo castillo, por ejemplo, es muy viejo y tiene de árabe lo que yo de monja escolapia. Efectivamente fue la fortaleza que controlaba el paso del Najerilla de la vía romana que venía por Alesón y Tricio para seguir luego por Valpierre. Vía romana bajo la cual estaba el viejo camino que los humanos venían utilizando desde los tiempos de Atapuerca.

    Cuando la tormenta es fuerte y se originan torrenteras, a los pies mismos de las ruinas del castillo, el agua descubre cerámicas de épocas prerromanas, romana clásica y tardía.

    El único torreón que le queda está siendo alevosamente minado por quienes disfrutan arrancandole los sillares que lo sostienen.

    El problema de los modernos imbéciles es que son mayoría absoluta y por ello hacen todo lo que les viene en gana con absoluta impunidad y exigiendo que les riamos sus gracias. Y ¡qué mayor gracia que la de destruir lo más noble!

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