lunes, 19 de noviembre de 2012

Coro de pájaros al atardecer. (03-11-2012)

Paseaba al atadecer por la Plaza de España cuando me sorprendió un coro de pájaros.
El sonido de sus trinos era ensordecedor.
Imposible saber cuantos miembros componían ese coro pero a juzgar por sus cantos debían de ser miles.
Al fondo, inmóvil, la torre de Santa María la Real era testigo mudo de esa sinfonía coral.
Nunca el silencio del atardecer fué tan ruidosos.
Era el grito de los pájaros al final del día que se terminaba.
Era el preludio del silencio de la noche.

2 comentarios:

  1. Pues ¡menos mal que nos quedan alborotradores pajarillos! Aquí, en la gran ciudad, van desapareciendo hasta los supervivientes natos en cualquier medio hostil, los fieles cumplidores de la teoría de la supervivencia de Darwin, mis admirados y queridos gorriones.

    La lectura de tu entrada me recuerda que un poeta no es más que un observador atento de la realidad cotidiana que, además, sabe escribir buenos versos.

    Bécquer en su preciosa Rima VII, la del arpa arrinconada,recuerda el silencio en el que pasan la noche los pajarillos refugiados en las ramas de los árboles, y la algarabía que van a armar cuando el amanecer los despierte:

    "¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,/como el pájaro (colectivo) duerme en las ramas,/ esperando...!"

    Machado paseaba al atardecer por la orilla soriana del Duero. Y en "Campos de Castilla", su mejor obra, recuerda al día siguiente:

    "¡Álamos del amor que ayer tuvisteis/de ruiseñores (genérico) vuestras ramas llenas...!"

    Y retrata el olmo moribundo comparándolo con ellos:

    "No será, cual los álamos cantores (llenos de alborotadores pajarillos)/ que guardan el camino y la ribera,/ habitado de pardos ruiseñores (genérico)".

    Es magnífico alboroto el de los pajarillos acomodándose al atardecer e igual de gozoso el que arman en el alegre desbarajuste del amanecer. El caos sonoro en ambos casos es una genial sinfonía de la más moderna música, la eterna, la de la vida.

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